La reciente tragedia en Nicaragua, donde una defensora de animales, la doctora Julia Bertha Ríos Tercero, perdió la vida atacada por sus propios perros mestizos de pitbull, ha desatado un intenso debate sobre la tenencia de perros considerados peligrosos y sobre las medidas de seguridad necesarias para prevenir tales incidentes. Este suceso no solo ha conmovido a la comunidad local sino que también ha resonado en foros internacionales dedicados a la defensa de los derechos animales y la seguridad pública.
La doctora Ríos Tercero, conocida por su compromiso con el bienestar animal, fue atacada en su finca en El Viejo, Chinandega, un hecho que ha puesto de relieve la compleja relación entre los seres humanos y los animales que consideramos parte de nuestra familia. Este evento trágico es el tercer caso de su naturaleza reportado en el país en el último mes, lo que ha intensificado el llamado a una reflexión profunda y a la acción reguladora por parte de las autoridades.
¿Es necesaria una ley de perros potencialmente peligrosos?
El incidente ha generado un amplio espectro de reacciones, desde la defensa apasionada de los derechos de los animales hasta la preocupación por la seguridad humana. La misma víctima había expresado, antes de su muerte, su oposición al sacrificio de perros que atacan a seres humanos, argumentando que “no es justo” y abogando por su derecho a la vida. Este caso subraya la urgente necesidad de educación sobre la tenencia responsable de mascotas, especialmente de aquellas razas con un potencial conocido para ser peligrosas, y plantea preguntas difíciles sobre cómo equilibrar los derechos de los animales con la seguridad de la comunidad.
Desde Afecto Animal hay que decir que la ley PPP parece salir de una película donde los villanos son siempre los mismos, basada más en el miedo que en la realidad. Clasificar a los perros por su raza como peligrosos es como decir que todos los rubios son surfistas: un estereotipo sin sentido. Sin embargo, no podemos ignorar que algunos perros, por su fuerza, requieren de propietarios responsables y bien informados. Es crucial entender que no hay perros malos, sino educaciones deficientes. La verdadera pregunta debería ser: ¿Estamos educando bien a nuestros perros? Porque al final, un perro bien entrenado, independientemente de su raza, es un miembro leal y seguro para cualquier familia. La ley debería enfocarse en la educación y responsabilidad del dueño, no en la raza del perro.
El debate es necesario, le pese a quien le pese
Mientras el debate continúa, se hace evidente la importancia de implementar medidas preventivas, como programas de educación para propietarios de perros, regulaciones más estrictas, y políticas públicas que promuevan la convivencia armónica entre humanos y animales. Este trágico evento nos recuerda la responsabilidad que conlleva la tenencia de cualquier mascota, y la necesidad de abordar este tema con la seriedad y el respeto que merece tanto la vida humana como la animal.
Este artículo busca no solo informar sobre el lamentable incidente sino también reflexionar sobre las lecciones que podemos aprender de él. Es un llamado a la acción para promover un cambio positivo en la forma en que nuestra sociedad se relaciona con todos los seres vivos, garantizando un futuro más seguro y compasivo para todos.