Este es el breve resumen de una conferencia de Jaime ‘Santi’ Vidal sobre perros y niños. Podéis encontrar más información en su web.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que cuando un perro muerde a un niño, la culpa nunca es del perro o del niño… La regla de oro para evitar problemas es la triple “S”: Supervisión + Supervisión + Supervisión
Y el consejo básico: Hay que proteger al perro del niño. Sí, al perro: un adulto debe evitar que el niño moleste al perro, que le agobie y le asuste. Así se consigue, con naturalidad, que el perro entienda que al niño hay que respetarlo. De esa manera no tendrá ningún miedo, ni asociación negativa y no surgirán problemas. Y la culpa NUNCA es ni del niño ni del perro.
¿Qué hacer cuando llega un cachorro/perro a una casa donde hay niños?
– Acordar previamente cómo hay que tratar al cachorro: no hay que asustarle, achucharle o gritar… No hay que coger al cachorro en brazos. Todo esto puede asustarle y si dado que el perro aprende por asociación, a partir de ahí podría sentir miedo sólo con ver a un niño…
– Al principio lo ideal es que el cachorro pueda olisquear por donde quiera, luego ya podrá quedarse en una zona restringida de la casa.
– Lo importante es que el can, esos primeros días, tenga mucha compañía pero muy poca interacción. Que se acople a su nueva casa y a su nueva vida a su ritmo.
– Evitar los primeros días que el cachorro esté sobre excitado, que tenga malestar, dolor o temor. Al revés: hay que tratar de generar asociaciones positivas.
– Hay que inculcar la idea a los niños que estar con el perro es un premio: cuando has hecho tus deberes, entonces puedes estar con él un rato. Puedes jugar, sin agobiarle, etc.
– Si es un perro adulto el que llega a la casa, el proceso es parecido: el primer día hay que dejarle en paz, que haga lo que quiera, que inspeccione todo, no hay que agobiarle.